CURIO

 

 

Propiedades químicas del curio

Nombre

Curio

Número atómico

96

Valencia

3

Electronegatividad

-

Radio covalente (Å)

-

Radio iónico (Å)
(estado de oxidación)

-

Radio atómico (Å)

-

Configuración electrónica

[Rn]5f76d17s2

Primer potencial
de ionización (eV)

-

Masa atómica (g/mol)

(247)

Densidad (g/ml)

-

Punto de ebullición (ºC)

-

Punto de fusión (ºC)

-

 

 

Elemento químico, Cm, de la serie de los actínidos, con número atómico de 96. El curio no existe en el ambiente terrestre, pero puede producirse en forma artificial. Sus propiedades químicas se parecen tanto a las de las tierras raras típicas que, si no fuera por su radiactividad, podría con facilidad confundirse fácilmente con uno de estos elementos. Entre los isótopos conocidos del curio figuran los de número de masa 238 a 250. El isótopo 244Cm es de particular interés a causa de su uso potencial como una fuente compacta de fuerza termoeléctrica, al utilizarse el calor generado por decaimiento nuclear para generar fuerza eléctrica.  

El curio metálico puede producirse por reducción del trifluoruro de curio, con vapor de bario. El metal tiene un lustre plateado, el cual se pierde al contacto con el aire, y una densidad relativa de 13.5. El punto de fusión es de 1340 (+/-) 40ºC (2444 +/- 72ºF). El metal se disuelve con facilidad en ácidos minerales comunes, con formación de ion tripositivo.  

Se han preparado varios compuestos sólidos del curio y sus estructuras se han determinado por difracción de rayos X. Éstos incluyen CmF4, CmF3, CmCl3, CmBr3, CmI3, Cm2O3, CmO2. En los lantánidos hay análogos isoestructurales de los compuestos de curio.

Efectos del curio sobre la salud

 

El curio puede entrar en el cuerpo por la ingesta de comida, de agua o por la respiración. La absorción gastrointestinal de la comida o del agua es la fuente más probable de cualquier depósito interno de curio en la población general. Tras la ingestión, la mayor parte del curio es excretado del cuerpo en unos pocos días y nunca entra en el flujo sanguíneo; solo alrededor del 0,05 % de la cantidad ingerida es absorbida en el flujo sanguíneo. Del curio que alcanza la sangre, alrededor del 45 % se deposita en el hígado, donde es retenido con una vida biológica media de 20 años, y el 45 % se deposita en los huesos donde es retenido con una vida biológica media de 50 años (en modelos simplificados que no reflejan la redistribución inmediata). La mayor parte del 10 % restante se excreta directamente. El curio en el esqueleto se deposita principalmente en las superficies internas del hueso mineral y solo se redistribuye lentamente a través del volumen del hueso.

El curio es generalmente un peligro para la salud solamente si entra en el cuerpo; sin embargo, hay un pequeño riesgo externo asociado con ciertos isótopos, por ejemplo curio 243, curio 245, y curio 247. Las principales formas de exposición son la ingestión de comida y agua que contiene curio y la inhalación de polvo contaminado con curio. La ingestión es generalmente la exposición más preocupante a menos que haya una fuente cercana de polvo contaminado. Debido a que el curio entra en el cuerpo con mucha más facilidad si es inhalado que si es ingerido, ambas vías de exposición pueden ser importantes. La mayor preocupación para la salud es los tumores de huesos resultantes de la radiación ionizante emitida por isótopos del curio depositados en la superficie de los huesos.

En ratas expuestas a inyección intravenosa de curio 242 y curio 244 fueron observados cánceres de esqueleto, y cencerrees de pulmón y hígado en ratas expuestas por inhalación.

Efectos ambientales del curio

Las pruebas atmosféricas de armas nucleares, que cesaron en 1980 en todo el mundo, generaron la mayor parte del curio ambiental. Los accidentes y otros escapes de las instalaciones de producción de armas nucleares han provocado contaminación localizada. El óxido de curio es la forma más común en el medio ambiente.

El curio es típicamente bastante insoluble y se añade fuertemente a las partículas del suelo. La concentración de curio en las partículas arenosas de suelo se estima que es alrededor de 4.000 veces mayor que en el agua intersticial (en los espacios de poro entre las partículas del suelo), y se une incluso más fuertemente a las margas donde las tasas de concentración son incluso mayores (18.000).      

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