NUESTRA APORTACIÓN DIARIA A LA CALIDAD DE VIDA

 

Por:  Dra. Evelyn Tosado-Quiñones, CCD

 

La otra tarde se me acercó mi sobrino de 6 años, sumamente preocupado, ya que no había podido cumplir con “su aportación diaria” a la calidad de vida.  Esa es una de sus tareas sobre las cuales debe compartir al día siguiente en clases.  “Es que no sé qué hacer, tití.  Iba a ayudar a cruzar una ancianita y otro niño se me adelantó; y ¿ahora qué hago?”  Vi su cara de frustración, mientras su abuela (mi madre) quien preparaba la cena, luchaba con su osteoartritis, intentando tomar del piso una cuchara que se le había caído.

 

-“Ariel Armando, por favor, ayuda a abuelita a recoger la cuchara que se le cayó”- le dije.  De inmediato la recogió y se la entregó, seguido del acostumbrado “gracias” y “de nada”, de cada cual..

 

Un par de minutos después, la joven chihuahua, que bien supo cómo subirse, pero temía entonces bajarse de un alto tablillero, aullaba desconsolada pidiendo auxilio. –“Ariel Armando, ve a ver qué le pasa a ‘Chispita’, mi amor”-.  Allá fue a su rescate y vino a contarme:  -“Tití, es que parece que tenía miedo y no se atrevía bajar”-  yo le contesté:  -“Y si se tiraba de tan alto se podía haber golpeado, ¿verdad?”-.   -“Sí, tití; se podía romper una patita, por eso yo la bajé.”-  me contestó.  De inmediato corrió hacia mí y me preguntó afligido:  -“Titi, ¿no has pensado nada todavía?”-  Se refería a su tarea continua: “su aportación diaria” a la calidad de vida.  “Estoy pensando.”-  Le respondí.  “Ya mismo se me ocurre algo.”

 

Acto seguido, abrió la nevera en busca de alguna fruta, en lo que estaba lista la cena.  Momento que la pequeña Glorimar, su hermanita de año y medio, aprovechó para tratar de alcanzar su botella de agua y no podía.  Era uno de esos días calurosos por demás.  –“Ariel, Glori parece que tiene sed y quiere su botella de agua, ¿puedes dársela papito?”-  De inmediato le alcanzó la botella de agua y se la dio, a lo que Glori le dio las gracias en “su idioma”, tomándose toda el agua.  –“Bendito, parece que tenía mucha sed”-, exclamó Ariel.  –“Así parece, ¡sabe Dios desde cuándo, y no había pedido agua ni había podido coger su botella!”- le contesté.

 

Preocupado por su importante tarea, Ariel Armando salió al balcón y se sentó a pensar, mientras observaba unas plantitas de la abuela.  De momento se levanta y viene a buscar un envase con agua.  –“Abuelita, esta mañana parece que se te olvidó echarle agua a las dos plantitas de la esquina y están muy tristes con este calor.”-  Mi madre y yo nos miramos y ella comprendió entonces mis acciones anteriores. –“¡Gracias, Ariel!” –exclamó la abuela.  –“Sí abuelita, es que estaban tan tristes que yo creo que si no le echaba agua hoy, se hubieran muerto esta noche.”-  Volvió a reflexionar mi sobrino.

 

Entra entonces a la casa y regresa su cara de preocupación.  –“¿Qué te sucede?”- le pregunto.  –“Tú sabes, tití.”-  me contesta con total frustración.  Fue  entonces  cuando lo  llamé, me  senté  a  su lado  y  le dije:      -“Ariel Armando, no todas las aportaciones o contribuciones diarias tienen que ser grandiosas.  Igualmente, no todas tus buenas acciones para mejorar la calidad de vida tienes que hacerlas a personas necesariamente desconocidas o a otros seres humanos.”-

 

Fue en ese momento que recibió el mensaje... aunque a medias.  Con cara de alegría exclamó:  “¡O sea que lo que les hice a las plantitas me cuenta como mi aportación de hoy!”  Dijo satisfecho.  “No Ariel Armando -le contesté- además, le diste a Glorimar su agua cuando tenía sed, ayudaste a Chispita a bajar del tablillero para que no tuviera un accidente y no permitiste que abuelita se doblara a tomar la cuchara y eso le evitó un gran dolor en su espalda.  ¡Cuatro contribuciones en menos de 10 minutos! ¿Crees que eso es poco?”   Los ojitos le brillaron y, niño al fin, de inmediato grito “¡Yuuupiiii!... O sea que ya esta semana no tengo que hacer más aportaciones a...” 

 

No le permití continuar.  Aproveché para explicarle que todos los días y a cada momento hay un ser viviente, incluyendo el medioambiente, que necesita de nosotros, que sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor y que no debemos limitarnos cuando se trata de cooperar.  El me escuchó atentamente.  En eso llegó mi hermana del trabajo, cargada de paquetes y él corrió de inmediato a su auxilio.   Al entrar por la puerta, con gran sonrisa me expresó:   -“Es mi mamá y ella también necesita ayuda... otra aportación más...ya son cinco...YES!”

 

NO FUME

Ayude al Fumador Decidido a Dejar el Hábito

 

!Qué no daríamos porque un familiar o amigo deje de fumar! Lo cierto es que solo el fumador puede tomar la decisión y dejar de fumar.  Los que deseamos que el fumador termine con ese terrible hábito podemos inspirarlo y apoyarlo. El médico o el profesional de la salud, al igual que los familiares y amigos del fumador debemos entender que en todo cigarrillo hay un componente adictivo o dependencia a la nicotina.

 El cuerpo y el cerebro del  fumador se han acostumbrado a funcionar con la presencia a la nicotina. Cuando se priva al cuerpo de la nicotina, ocurre el síndrome de retirada que le produce ansiedad, irritabilidad, insomnio y falta de control de los estados de ánimo. Además,  el fumador ha asociado el cigarrillo a muchas actividades de día a día, como lo es tomar café, terminar una tarea, comer, descansar, etc.  Más aún inconscientemente ha asociado el cigarrillo a estados de ánimo, lugares y personas.  Imagínese, si fuma una cajetilla diaria hay veinte asociaciones que refuerza todos los días.

Entonces, ¿cómo apoyarlo?  Lo primero es que no le discuta y mucho menos le eche en cara que no tiene fuerza de voluntad o que ha fracasado en sus intentos por dejar el cigarrillo.  Al fumador le es difícil tomar la decisión porque anticipa los síntomas de retirada y siente que pierde el control.  Al recordar intentos anteriores puede sentir frustración o fracaso.  

Sepa que la mayoría de los fumadores debe intentarlo cuatro o cinco veces antes de tener éxito.   Así que la próxima vez que aborde el tema del cigarrillo hágalo con empatía y un genuino deseo de ayudar. Déjele saber al fumador, sin pelear o regañar, porqué usted  desea verle libre del cigarrillo. Manifieste su interés en apoyar dejándole saber que tolerará sus momentos difíciles, su irritabilidad y su mal humor. Reconozca junto al fumador que los intentos por cesar de fumar, no son fracasos, sino un proceso de aprendizaje.  Lo importante es no darse  por vencido y tratar una y otra vez.

¿ES LA EDAD UN ESTADO MENTAL?

 

“¡La gloria de los jóvenes es su fortaleza y la hermosura de los viejos es la vejez!”

 

 

¿Es para ti la edad un tema de conversación amena, o por el contrario, es un tema a evadir?  Quizás creas que este cuestionamiento es uno exclusivo de esta época, en la que un bisturí tiene  “el poder” para “detener” o “retrasar” el tiempo.  No obstante, éste es un tema de conversación y debate desde la época pre-cristiana, de acuerdo al pasaje bíblico que se encuentra en los Proverbios. 

 

O sea, que desde tiempo inmemorial, éste es un importante tema de reflexión.  Veamos:

 

§       §         No hay vejez sin juventud y no hay juventud sin vejez.  Cada etapa de la vida tiene su encanto especial, al igual que sus traumas y miserias.  Todo depende de nuestra salud emocional para lidiar con cada etapa y tu capacidad para aceptar la hermosura de la vida en todas sus estaciones.

§       §         Una cana, una arruga o un bastón, NO te hacen “viejo”, igual que un rostro lozano y una vida activa NO te hacen ser joven.  Por supuesto, los años traen  sus consecuencias, pero muchos afirman que la vejez es  principalmente mental, y los resultados físicos, en gran medida, consecuencia de dicho estado.

§       §         Quizás pienses como los más jóvenes:  que la vejez es algo que “les sucede a otros”, eso te da la energía de la juventud, pero sólo hasta que comiences a preocuparte por lo contrario...que tal vez será pronto.

§       §         En muchos casos, tal preocupación llega cercana a los 60  ó 65 años, como si la vejez se estableciera al recibo del cheque del  Seguro Social.

§       §         “Los años que se viven pasados los 70 ‘son de gratis’”, escuchamos.  Si fuera así, la nación más poderosa del mundo, no hubiese tenido un Presidente como Ronald Reagan, que con mano fuerte y mente clara (aún a los setenta y pico) dirigió sus destinos y devolvió a dicha nación “el orgullo americano”, según afirman los analistas.  O el  Coronel Sanders, fundador de una cadena  internacional de negocios, quien a los 60 años  comenzó vendiendo desde el baúl de su viejo auto.

§       §         Por otro lado están los llamados “achaques de viejo”.  Quizás eres de los que están convencidos de que a cierta edad, cada “dolama” es inminente, cada pastilla es más necesaria y cada enfermedad es obligatoria.  De ser así, pensarás que “los viejos tienen la muerte detrás de  la oreja”.

§       §         Pero, ¿qué pensarías si te digo que  la mayoría de las muertes, especialmente las violentas, ocurren a personas de menos de 40?  Seguro, porque están más expuestas.

 

Por todo esto y más, si estás entre los 40 y los 50, quizás ves la vida de una forma más madura o realista, pero sin dejar atrás la nostalgia de la juventud, y el temor de que poco a poco irás entrando en la vereda de los bien llamados “años dorados”, con gran dignidad.  O ¿acaso alguien duda poder ver a nuestro Ricky Martín dentro de algunos 20 años en un espectáculo, ejecutando su “Shake your Bon Bon”, cantando una octava más baja,  con movimientos más lentos -aunque igualmente emotivos- y una coreografía montada con un mayor número de bailarines de “gimnásticas”  ejecutorias, y un extraordinario juego de luces de colores, para compensar cualquier falta de movimiento del artista? 

 

Por todo esto, pienses como pienses, deberías reflexionar respetando el ímpetu y fortaleza de “los años mozos”, a la vez que vives honrando la hermosura y sabiduría de nuestros viejos.  Así, el revelar tu edad no será motivo de trauma y tu verso favorito, podría ser el del cantautor argentino Alberto Cortés:   “¡Que suerte he tenido de nacer!” ...y... la edad... ¿quién piensa es eso?