PORTADA    HERNIA Y PROTUSIÓN DISCAL

 

  HERNIA DISCAL Y PROTUSIÓN DISCAL

DEFINICIÓN


La hernia discal es una anomalía o lesión muy importante producida por la degeneración del disco intervertebral. Éste está formado por un núcleo pulposo rodeado de un anillo fibroso. Cuando se rompe dicho anillo facilitando la salida hacia el exterior del núcleo, nos encontramos ante una hernia discal.

La protusión discal podría considerarse como un estado inicial de la hernia discal, donde se produce un movimiento del núcleo empujando al anillo fibroso, pero sin salir del mismo  y desplazándolo ligeramente.

Se habla también de fisura discal cuando se desgarra internamente el anillo fibroso del disco.

Son más frecuentes las hernias discales posteriores, pues en dicha zona el anillo fibroso es más débil y estrecho. Cuando ocurre esto provoca dolor por la presión que ejerce el disco en el ligamento vertebral común posterior. La mayor parte son lumbares, después cervicales y raramente dorsales.

 

CAUSAS


Las principales causas que originan una hernia discal son las siguientes:

- Por degeneración o  envejecimiento articular, con formación de osteofitos vertebrales.

- Por microtraumatismos.

- Por un mecanismo repetitivo de flexión - extensión del tronco cargando mucho peso (profesiones donde se exige grandes esfuerzos). Una contínua presión sobre el disco hace que éste se vaya deteriorando.

- Por movimientos de rotación continuados en el tiempo (profesiones donde se está mucho tiempo sentado, realizando contínuos cambios de dirección y sentido mediante sillas giratorias, impulsadas la mayor parte de las veces por los pies - efecto cizallamiento).

- Por exceso de peso y volumen corporal, acentuándose el riesgo con un abdomen voluminoso. Se produce entonces una presión excesiva en la parte posterior vertebral debido al acentuamiento de la curva lordótica lumbar (hiperlordosis).

- Atrofia de la musculatura paravertebral dorso lumbar.

 

SÍNTOMAS


 

Los síntomas más comunes son:

- Sensación de pinzamiento o garra en la zona de la columna afectada.

- Dolores irradiados a extremidades.

- Impotencia funcional en los movimientos vertebrales y en algunas extremidades.

- Sensaciones en terminaciones nerviosas (parestesias).

- En columna cervical se produce dolor de cuello, mareos, sensación de inestabilidad, dolores de cabeza y sensaciones en brazo y mano.

- En columna lumbar, en algunos ocasiones, se producen dolores lumbares o lumbalgias; en otros, ciatalgias (dolor en recorrido del nervio ciático, que va desde el glúteo, pasando por la cara posterior del muslo, cara exterior de la pierna y termina bajo el maleolo o tobillo externo); y, a veces, una combinación de ambas en forma de lumbociáticas.

 

Disminución de la sensibilidad en las hernias discales más comunes:

- C5-C6 (disco entre la 5ª y la 6ª vértebra cervical): menos sensibilidad en borde radial del brazo, antebrazo y dedo gordo.

- C6-C7 (disco entre la 6ª y la 7ª vértebra cervical): menos sensibilidad en cara posterior del antebrazo y dedos índice, corazón y pulgar.

- C7-D1 (disco entre la 7ª vértebra cervical y la 1ª vértebra dorsal o torácica): menor en borde cubital del antebrazo y dedo meñique.

- L3-L4 (disco entre la 3ª y la 4ª vértebra lumbar): menor en cara anterior de la rodilla, cara interna de la pierna y el tobillo o maleolo interno.

- L4-L5 (disco entre la 4ª y la 5ª vértebra lumbar): menor en cara exterior de la pierna, dorso del pie, planta del pie, borde interior del pie y dedo gordo.

- L5-S1 (disco entre la 5ª vértebra lumbar y la 1ª vértebra del sacro): menor en cara posterior de la pierna, borde exterior del pie, tobillo o maleolo externo y dedo pequeño o meñique.

 

DIAGNÓSTICO


 

Cuando se observan episodios muy frecuentes de lumbalgias, ciatalgias o lumbociáticas puede sospecharse por el especialista competente la posibilidad de una hernia discal.

Para ello someterá al paciente a pruebas mecánicas de comprobación y a Resonancia Magnética Nuclear, que hoy en días es la prueba de radiodiagnóstico más fiable.

TRATAMIENTO


 

El tratamiento conservador tendría como objetivo hacer desaparecer los síntomas mediante fisioterapia o rehabilitación, antiinflamatorios, relajantes musculares, etc.). Ver lumbalgias, ciatalgias (ciáticas) y lubociáticas.

Como medida preventiva es conveniente fortalecer los músculos de la espalda para que los discos intervertebrales estén más protegidos.

El tratamiento quirúrgico se decide tras fracasar el tratamiento conservador o cuando las recaídas son constante incluso después de resultados positivos en el la rehabilitación.

La elección del tipo de técnica corresponde al médico especialista en neurocirugía. Existen varios métodos: injertos vertebrales, nucleotomía percutánea, microcirugía.

 

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   ARTRITIS REUMATOIDE 

DEFINICIÓN


 

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica caracterizada por provocar inflamación de las articulaciones, produciendo dolor e incapacidad funcional. Es una enfermedad degenerativa, pudiendo afectar también a otros órganos.

Se produce una inflamación de la membrana sinovial de varias articulaciones, siendo las más afectadas las de las muñecas, las articulaciones de los dedos de las manos y de los pies, las de los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos. Esto lleva consigo que el hueso termine dañado, produciéndose pequeñas erosiones, además de hacer que el cartílago disminuya o desaparezca. La sobrecarga de las articulaciones inflamadas aceleran su destrucción.

La artritis reumatoide se da, en mayor número, en mujeres, siendo la edad de comienzo más frecuente entre los 40 y los 45 años, pudiendo aparecer también en niños y ancianos.

CAUSAS


 

Aunque la causa de aparición es desconocida, se presenta con más frecuencia en personas predispuestas genéticamente. Se trata de un proceso de auto-inmunización: el organismo fabrica anticuerpos contra determinadas proteínas sanguíneas, produciéndose reacciones adversas principalmente a nivel de la membrana sinovial de las articulaciones. El factor desencadenante podría ser un virus o una bacteria. Se están haciendo progresos en este campo, aunque todavía no hay evidencias que confirmen la implicación de un agente infeccioso concreto.

SÍNTOMAS


 

Dolor.- Provoca dolor en las articulaciones afectadas como consecuencia de su inflamación o del deterioro del cartílago.

Inflamación.- Apreciable a simple vista. En ocasiones con derrame del líquido sinovial. También puede producirse inflamación en otras zonas del organismo.

Nódulos reumatoides.- Abultamientos duros que aparecen en zonas de roce de la piel como son los codos, el dorso de los dedos de las manos y de los pies, el talón,... También pueden localizarse en el interior del organismo.

Deformidad.- Con el tiempo se va produciendo una deformidad debido al deterioro progresivo de las articulaciones afectadas.

Sequedad de la piel y de las mucosas.- A veces se origina una inflamación, y posterior atrofia, de las glándulas que fabrican las lágrimas, la saliva, los jugos digestivos o el flujo vaginal. Es el llamado síndrome de Sjogren.

Rigidez articular.- Generalmente matutina y prolongada, que va  desapareciendo a medida que el paciente va ejerciendo su actividad diaria, dentro de sus propias limitaciones.

Otros síntomas que pueden aparecer son: cansancio, fiebre, dolor de cuello, hormigueos en las manos y en los pies, dolor en el pecho... aunque, por lo general, tienen más que ver con los tratamientos utilizados y sus posibles efectos secundarios que con la propia enfermedad.

Los pacientes con artritis reumatoide pueden acusar también síntomas depresivos, debido al acentuado proceso doloroso y a la incapacidad funcional que a menudo provoca esta enfermedad.

DIAGNÓSTICO


 

A veces, al principio, puede ser difícil diagnosticar la enfermedad, debido a que puede comenzar gradualmente con síntomas apenas apreciables. Además, en esta fase, la analítica y las radiografías pueden ser normales. Por ello, la experiencia del reumatólogo a la hora de valorar los síntomas y de hacer la historia clínica del paciente, para establecer un diagnóstico, es esencial, ya que así podrá poner el tratamiento más apropiado para frenar, en lo posible, el proceso antes de que se produzca un daño irreversible en las articulaciones.

Según va pasando el tiempo las erosiones articulares se van haciendo visibles en las radiografías. La analítica de sangre, en la mayoría de los casos, da muestras de la enfermedad, apareciendo positivo un anticuerpo conocido como factor reumatoide. Este anticuerpo también puede aparecer en individuos que no tienen esta enfermedad

TRATAMIENTO


 

La artritis reumatoide no tiene un tratamiento curativo. Como en otras enfermedades crónicas, el objetivo del tratamiento es conseguir disminuir la actividad de la enfermedad, con períodos de remisión, manteniendo la calidad de vida del paciente y aliviando su dolor.

El éxito del tratamiento dependerá, como hemos dicho, de su diagnóstico precoz y de la colaboración del paciente con los distintos especialistas que lo atienden.

Medidas de educación.- Existen una serie de medidas generales que cualquier paciente con artritis reumatoide debería poner en práctica y que ayudan a disminuir sus efectos incapacitantes:

 

-     Evitar, en lo posible, llevar una vida con mucha actividad física o con mucho estrés, siendo necesario a veces cambiar de profesión o de puesto de trabajo.

-     Dormir una media de 8 a 10 horas diarias y, si es necesario, descansar a lo largo del día para no estar mucho tiempo de pie.

-     Evitar actividades que necesiten de movimientos repetitivos y hacer fuerza con las manos.

-     No mantener el cuello y la espalda doblados durante períodos prolongados.

-     Dormir sobre una cama que sea firme y utilizar una almohada baja.

-   Usar zapatos adecuados evitando el plástico y los materiales sintéticos. Se recomiendan zapatos firmes y con refuerzo posterior para llevar sujeto el talón y con puntera ancha.

-     Mantenerse en el peso adecuado, ya que la obesidad supone una sobrecarga para las articulaciones.

-     La articulación inflamada debe mantenerse en reposo. Solo cuando haya remitido se podrán hacer ejercicios que favorezcan el movimiento. Mientras tanto, es útil aprender a contraer los músculos que hay alrededor de las articulaciones afectadas para que no se pierda el tono muscular.

-     Tomar un baño de agua caliente antes de hacer los ejercicios o al comenzar el día facilita la movilidad y disminuye la rigidez articular.

Tratamiento farmacológico.- Podemos distinguir dos grandes grupos de fármacos: los que sirven para aliviar el dolor y la inflamación pero que no modifican el curso de la enfermedad, como son los AINES y los corticoides, y los que actúan modificando la enfermedad e induciendo a su remisión. A la hora de prescribir uno u otro se tendrá en cuenta el grado de actividad de la enfermedad, los beneficios que podemos obtener y los posibles efectos secundarios.

Antinflamatorios no esteroideos.- Son los más empleados en el tratamiento inicial de la artritis reumatoide. Reducen sus síntomas, mejorando el dolor y la función articular, pero no modifica la evolución de la enfermedad. Se debe tomar un protector gástrico para evitar reacciones adversas gastrointestinales.

Glucocorticoides.- Se emplean por su acción antinflamatoria. Se cree que su uso a dosis bajas disminuye la aparición de erosiones óseas. Se valorará el beneficio que proporcionan a corto plazo con relación a los posibles efectos secundarios de un tratamiento prolongado. Se emplean asociados a un AINE cuando éstos no son eficaces por sí solos y en períodos de reagudización. También se emplean mediante infiltración intra-articular o en partes blandas para bajar la inflamación.

Metotrexato.- El metotrexato es un antagonista del ácido fólico y el que primero se instaura en el tratamiento de la artritis reumatoide. Es generalmente bien tolerado aunque exige frecuentes controles analíticos para descartar posibles efectos secundarios como la elevación de las enzimas hepáticas. Se desconoce cual es su mecanismo de acción, pero se cree que tiene una acción antinflamatoria e inmunosupresora, haciendo que la actividad de la enfermedad a largo plazo sea menor. Los efectos secundarios se pueden disminuir tomando ácido fólico. Se administra a dosis semanales por vía oral o parenteral.

Otros fármacos, menos utilizados, son las sales de oro, la penicilamida, la azatioprina, la sulfasalacina y la ciclosporina, entre otros.

En los últimos años se están ensayando tratamientos combinados de varios de estos fármacos. Las asociaciones más eficaces han resultado ser las que emplean el metotrexato como fármaco base asociado a hidroxicloroquina y sulfasalazina o a ciclosporina.

Medidas de fisioterapia.- Es muy importante que el paciente con artritis siga un programa de ejercicios adecuado. El dolor, la rigidez, la fatiga y el temor a hacerse daño, pueden hacer difícil que este paciente sea activo físicamente. Ser una persona inactiva puede incrementar los problemas de la enfermedad. La gente que es físicamente activa es más saludable y vive más tiempo que la gente inactiva.

 

Las investigaciones demuestran que muchos pacientes con artritis reumatoide pueden participar, de una manera segura, en programas de ejercicios regulares y conseguir una forma física mejor. Los ejercicios de bajo impacto como la natación y los ejercicios aeróbicos en el agua pueden ser bien tolerados. Mejoran la fuerza, la resistencia y la flexibilidad, aumentando la capacidad para realizar las tareas diarias.

Hay tres tipos principales de ejercicios y todos juegan un papel importante en el mantenimiento de la salud y la forma física de los pacientes con artritis reumatoide:

Ejercicios de flexibilidad y estiramientos.- Son ejercicios de baja intensidad realizados suavemente, a diario, para mantener o mejorar la movilidad. Una flexibilidad adecuada mejora la función articular y reduce la ocasión de lesiones.

Ejercicios de fuerza y resistencia muscular.- Son ejercicios que consiguen que el músculo trabaje más de lo normal para irse adaptando poco a poco a las nuevas demandas y conseguir ser más fuertes y capaces de trabajar más tiempo. Se consigue con la utilización de pesas o de bandas elásticas. También con cualquier ejercicio en el que haya que levantar el peso de los brazos, de las piernas o del tronco contra la gravedad.

Ejercicios aeróbicos.- Son ejercicios en los que se utilizan la mayoría de los músculos del cuerpo con movimientos rítmicos y repetitivos. Los ejercicios aeróbicos mejoran la función cardiaca, pulmonar y muscular, además de tener beneficios para el control de peso, el humor y la salud en general. Ejemplos de ejercicios aeróbicos son andar, nadar, la danza aeróbica o acuática, la bicicleta o los ejercicios sobre máquinas como cintas andadoras o remos. Otras actividades diarias como segar el césped, barrer, etc., son también ejercicios aeróbicos.

Estos ejercicios hay que practicarlos haciendo un esfuerzo de intensidad moderada, esto es, que el paciente pueda hablar mientras lo hace sin quedarse sin aliento y a un ritmo que le sea cómodo.

Actualmente las recomendaciones para una actividad aeróbica regular son de 30 minutos de actividad moderada la mayoría de los días de la semana. Para los pacientes con artritis reumatoide, la actividad aeróbica diaria se puede dividir en tres períodos de 10 minutos cada uno, con los mismos beneficios para la salud que una sesión continua de 30 minutos.

Los pacientes con síntomas severos o con varias articulaciones comprometidas, deberían hacer ejercicio bajo la supervisión de un especialista.

Es importante que el paciente con artritis reumatoide sepa que, en períodos de reagudización de la enfermedad con fases inflamatorias, el ejercicio debe ser suspendido hasta que remita, haciendo solamente ejercicios isométricos de contracción muscular para no perder el tono, dejando las articulaciones afectadas en reposo.

Tratamiento quirúrgico.- Cuando la pérdida del cartílago articular es irreversible y se producen deformidades que provocan limitaciones importantes, se debe plantear un tratamiento quirúrgico. A veces mediante extracción del líquido sinovial, otras veces liberando la compresión de un nervio. Hay situaciones en las que será necesaria incluso una sustitución protésica para dar estabilidad a una determinada articulación y hacerla lo más fisiológica y funcional posible.