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El Reemplazo de Fluidos: Posición del Colegio Americano de Medicina del Deporte


ENTRENAMIENTO-TEORÍA

Algunos estudios científicos recientes han resaltado los beneficios tanto fisiológicos como de rendimiento físico que determina una buena hidratación antes, durante y después de la actividad física. La práctica de una buena hidratación determina en el atleta un esfuerzo conciente para modificar sus hábitos de ingesta de fluidos a lo largo de sus entrenamientos.

 

La cantidad de fluidos ingeridos voluntariamente durante la actividad física puede ser afectada por su labor, por su composición así como por la disponibilidad de los mismos. Todos estos factores deben ser tomados en cuenta cuando se prepara un programa de reemplazo de fluidos en los atletas. El objetivo de la ingestión de fluidos durante el ejercicio físico debería ser el reemplazo total del sudor perdido. Actualmente existe una clara demostración de los beneficios fisiológicos y de rendimiento físico por la práctica de la misma. Para obtener una rápida y completa rehidratación se requiere una ingestión de cloruro de sodio que reemplace la cantidad perdida del mismo por el sudor, así como el consumo de un volumen de fluidos mayor al que se pierde por el sudor.

Introducción


Algunos autores han descrito de una forma precisa el impacto negativo que la deshidratación determina sobre las funciones fisiológicas, el rendimiento físico y la salud. (Adolph et al., 1947). Este autor, en su investigación demostró que la prevención de la deshidratación mediante la ingestión regular de fluidos era indispensable para asegurar el bienestar físico y mental de los sujetos investigados. Desafortunadamente, pasaron más de dos décadas antes de que se hubiese reconocido ampliamente el valor de la ingestión regular de fluidos, así como su práctica en el ambiente deportivo. Durante este período, docenas de atletas y de reclutas militares fallecieron por efecto de la hipertermia complicada por la deshidratación (Baumann, 1995). Si bien, en la actualidad continúan apareciendo atletas así como otras personas afectadas con cuadros de golpe de calor, la frecuencia de muerte se ha reducido drásticamente en los últimos años (Baumann, 1995), debido en gran parte al reconocimiento de la necesidad y la importancia de un reemplazo adecuado de los fluidos perdidos. Aún cuando podemos encontrar información sobre hidratación durante la actividad física en los diversos libros de texto, en las clases e inclusive en los campos de entrenamiento, la mayoría de esta información es, por sus características, bastante general. En tal sentido, son un ejemplo representativo de esta situación los documentos publicados por el Colegio Americano de Medicina del Deporte (CAMD) (1987), por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (Marriot & Rosemont, 1991) y por el Instituto Nacional de Seguridad Ocupacional y Salud (1986), de los cuales se obtiene una información bastante genérica. En el caso específico del CAMD, encontramos recomendaciones sobre el reemplazo de fluidos en el artículo Prevención de Lesiones Térmicas en Carreras de Fondo (CAMD, 1987). En este artículo se enfatiza la necesidad del uso regular de fluidos durante las carreras de 10 km o más largas, y se promueve la ingesta de 100 a 200 ml de fluidos en cada estación de ayuda. El valor de la salud de esta recomendación es significativa, ya que ayuda a asegurar que los organizadores de las carreras incluyan en sus eventos estaciones de fluidos, dándole a los participantes la oportunidad de hidratarse. Sin embargo, dependiendo de la velocidad del corredor, de la distancia entre las estaciones de ayuda y del volumen ingerido en cada estación de ayuda, el resultado de la ingesta de fluidos podrá variar ampliamente, reemplazando de una forma casi completa o escasamente la cantidad de sudor perdido. Esta incertidumbre ha sido corregida en la actualidad. Las recomendaciones del Colegio sobre Ejercicio y Reemplazo de Fluidos (CAMD, 1986) aporta unas líneas claras y prácticas referentes al reemplazo de fluidos, carbohidratos y electrolitos en los atletas. En la preparación de estas recomendaciones intervinieron un prestigioso grupo de expertos en el ámbito de la homeostasis de los fluidos y de sus áreas relacionadas, completando una revisión de la literatura científica que nos asegura que cada recomendación práctica está bien sustentada por las investigaciones. Como resultado de este proceso, el posicionamiento del Colegio Americano de Medicina del Deporte beneficiará a la comunidad científica y general en los próximos años.

Las Recomendaciones del Colegio Americano de Medicina del Deporte


La posición del CAMD contiene un resumen de recomendaciones prácticas avaladas por cuatro páginas de revisión científica, las cuales están complementadas por 92 referencias. El documento comienza estableciendo que: "La posición del CAMD es la de que el reemplazo de fluidos ayuda a mantener la hidratación y, por lo tanto, promueve la salud, la seguridad y el rendimiento físico óptimo de los individuos que practican una actividad física de forma regular". El propósito de esta recomendación es la de resaltar la relevancia práctica y científica de la hidratación, de modo que los entrenadores, los quinesiólogos, los médicos, los nutricionistas y los atletas puedan percibir la importancia que tiene mantener una buena hidratación durante la actividad física. Las recomendaciones encontradas en la posición del CAMD se realzan más adelante y se complementan con la información práctica y científica relacionadas a su contenido.

Ingestión de fluidos antes del ejercicio


"Es recomendable que los individuos lleven una dieta nutricionalmente equilibrada y que ingieran una cantidad adecuada de fluidos en las 24 horas previas a algún evento, especialmente en el período que incluye la comida previa al ejercicio, para conseguir una adecuada hidratación antes del ejercicio o la competición."

Desde el punto de vista científico son ampliamente reconocidos los efectos beneficiosos que en el área fisiológica y de rendimiento determinan una buena hidratación y un buen depósito muscular y hepático de glucógeno. En términos de balance de fluidos, está claro que los atletas que comienzan una competición deshidratados se encuentran en una situación de desventaja (Sawka, 1992). Por ejemplo: en un estudio hecho por Armstrong y colaboradores (1985) los sujetos del estudio corrían 5.000 metros (~19 min.) y 10.000 metros (~40 min.), tanto en condiciones normales de hidratación como deshidratados. Cuando la deshidratación estaba alrededor del 2% del peso corporal (inducida por un diurético suministrado antes del ejercicio) la velocidad de carrera disminuía significativamente en ambas distancias (del 6 al 7%). Para agravar este tipo de situación, la práctica de ejercicio con calor aumenta los efectos negativos que determina la deshidratación en el rendimiento físico (Swaka et al., 1984).

Conseguir que los atletas modifiquen sus hábitos de hidratación en sus actividades diarias es un desafio mucho mayor que convencerlos sobre el valor científico de dicha práctica. Ron Maughan, un científico deportivo de la Universidad de Alberdeen (Escocia) y Asesor del Equipo Olímpico Británico en 1996, señaló que a los atletas ingleses se les debió cambiar sus hábitos de hidratación a la hora de la comida cuando se encontraban concentrados en los centros de entrenamiento en Tallahasee, Florida. Desacostumbrados a las conductas a seguir en los comedores de la universidades americanas, los atletas británicos cortésmente tomaban simplemente una bebida cuando se servían la comida, mientras que los atletas norteamericanos se servían tres o cuatro bebidas. Los atletas británicos estaban perdiendo una importante oportunidad para rehidratarse después de un entrenamiento en un ambiente caliente. Con un poco de estímulo y algunas recomendaciones lograron consumir una mayor cantidad de fluidos a la hora de las comidas (R. J. Maughan, Comunicación personal): "Es recomendable que los individuos beban alrededor de 500 ml (2 vasos) de fluidos 2 horas antes del ejercicio para promover una hidratación adecuada y dar tiempo para excretar el excedente de agua ingerida."

En las investigaciones experimentales se demostró que los individuos que ingirieron fluidos una hora antes del ejercicio presentaban un menor aumento de la temperatura central corporal con respecto a los que no lo hicieron (Greenleaf & Castle, 1971; Moroff & Bass, 1965). Este tipo de respuestas son indudablemente beneficiosas ya que reducen la sobrecarga corporal y disminuyen la percepción del esfuerzo a una determinada carga de trabajo (Montain & Coyle, 1992). Cuando los atletas viven o entrenan en ambientes cálidos, el valor de una ingesta adecuada de fluidos antes del ejercicio no puede ser menos que recalcado. Así lo demuestran los resultados del estudio realizado con algunos jugadores de fútbol de Puerto Rico (Rico Sanz et al., 1966). Los jugadores en cuestión fueron estudiados permitiéndoseles ingerir fluidos de forma voluntaria a lo largo del día durante una semana (un promedio de 2,7 litros/día); su cantidad total de agua al final de la semana fue de 1,1 litros menos que cuando se les obligó a consumir 4,6 litros de fluidos por día. En otras palabras: el consumo voluntario de fluidos fue insuficiente para cumplir con los requerimientos diarios de fluidos, determinando que los atletas iniciaran su entrenamiento y juegos ya deshidratados. Desde un punto de vista práctico, la frecuencia de micción así cómo el color y volumen de la orina pueden ser controlados como un medio para ayudar a los atletas a determinar su estado de deshidratación. Una micción infrecuente con orina oscura y en escaso volumen puede ser una indicación de deshidratación, y sugerir al atleta que debería continuar hidratándose antes de comenzar a ejercitarse. El control continuo de la producción de orina es una recomendación muy común en la industria de la minería, en la que los trabajadores se encuentran constantemente expuestos a unas condiciones de elevada temperatura y humedad.

La ingestión de fluidos después del ejercicio


La ingesta de fluidos luego de la actividad física puede ser un factor crítico para ayudar a una recuperación rápida entre cada sesión de entrenamiento y competición. Muchos atletas entrenan más de una vez al día, haciendo de la rehidratación rápida un aspecto de importante consideración, sobre todo si se entrena en ambientes cálidos. La posición del CAMD no presenta ninguna recomendación sobre la hidratación luego del ejercicio, pero en un reciente artículo de esta serie, algunos autores hacen una extensa revisión a ese tópico(Maughan et al.) (1996). Los autores concluyen que la ingestión de agua es inefectiva para producir una hidratación normal, ya que la absorción del agua disminuye la osmolaridad plasmática, suprimiendo la sed e incrementando la producción de orina. Cuando se aporta sodio ya sea por bebidas rehidratantes o por los alimentos, se mantiene el estímulo osmótico de la sed (González-Alonso et al., 1992; Nose et al., 1988) y se reduce la producción de la orina. Existen muchas ocasiones durante el entrenamiento o la competición en las que resulta difícil (cuando no imposible) la ingestión de alimentos, por lo que es importante que los atletas tengan a su disposición fluidos que contengan cloruro de sodio y otros electrolitos. También han dado importancia a la ingesta de una mayor cantidad de fluidos que el déficit del peso corporal para poder reemplazar las pérdidas urinarias obligatorias. En otras palabras: el consejo que normalmente se le daba a los atletas: "Beber medio litro de fluido por cada medio kilo de peso perdido" debería ser cambiado por: "Beber al menos tres cuartos de litro de fluidos por cada medio kilo de peso perdido". En tal sentido, las futuras investigaciones sobre este tópico podrán asegurar una buena hidratación en el atleta. Ya existen datos que indican que se puede necesitar una ingesta del 150% o más del peso perdido para obtener una buena hidratación en las seis horas siguientes al ejercicio.
(Shirreffs et al., 1996).




 

 

 

 

 

 

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